El juego nace del placer de la relación con el otro, y sus funciones son la comunicación, la experimentación, la capacidad de simbolizar y la elaboración de las experiencias. Contribuye en la unificación e integración de la personalidad de los niños y les permite comunicarse.
El juego simbólico se da entre los dos años y los seis o siete años, según la madurez de cada niño, e irá evolucionando y ganando complejidad a medida que vayan creciendo. Consiste en que el niño es capaz de combinar hechos reales e imaginarios, los niños recrean situaciones ficticias como si estuvieran pasando realmente, ellos se convierten en personajes y los objetos cobran vida a su imaginación.
Hoy en su juego libre, han sido bebes,mamás, gatos, han estado en el parque, les ha nevado y hacia mucho frío. Es un placer verles jugar, imaginar y crear su propio juego.
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