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A esta edad, el juego no solo es una forma de conocer el mundo: es un lenguaje de vínculos. Según las teorías del apego (Bowlby, Ainsworth), los niños y niñas aprenden sobre la seguridad, la confianza y la exploración a través de la relación con sus figuras de referencia. Así, mientras descubren arañas y murciélagos, buscan la mirada del adulto, el gesto de aprobación, la sonrisa que confirma que el entorno es seguro.
 

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